Un Mundo Soñado.

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Un Mundo Soñado 


Por: Danna Lizeth Cardenas Torres Curso 7B  |   5 de noviembre del 2020

El año 2097, muchas cosas habían cambiado en la tierra, varios planetas habían sido descubiertos y habitados, máquinas extrañas y robots habían sido inventados.

Pero a pesar de la gran evolución de la tierra algunas cosas no habían cambiado, los niños que se comportaban mal eran castigados, siempre bajo la estricta vigilancia de sus padres y profesores.

Jacob un joven inventor, decidió crear un mundo perfecto para que los niños pudieran habitar allí siendo felices y divirtiéndose. Para que fuera un lugar que llamara la atención de los niños, Jacob debía saber lo que más les gustaba. El decidió crear una máquina que analizaba los sueños de los niños que habitaban en la tierra, los sueños de los niños ya le eran claros: Televisión, helado, pizza videojuegos, sin castigos, ni tareas, sin vegetales, solo juego y diversión. 

Jacob, después de haber creado ese mundo, debía convencer a los niños de que ese lugar era mucho más divertido que la tierra, también debía encargarse de que alguien cuidara a los niños. Después de muchos años de duro trabajo, Jacob logró crear una nueva raza de padres y madres robóticos. Así podría traer a los niños y los robots se encargarían de su cuidado. 

Pocos días después, en todas las pantallas de la tierra había un anuncio que hablaba sobre un lugar en el cual no serías castigado, ni tendrías que hacer tareas y podrías comer dulces cuando quisieras, solo tendrías que escribir un código y serías teletransportado instantáneamente allá.

Luis Gonzalez, un chico de 12 años, muy desobediente, estaba harto,  de hacer la tarea,  de comer vegetales, de sus padres, de la escuela. Así que cuando vio el anuncio, no dudo en marcar el código, en un abrir y cerrar de ojos llegó, unos padres robóticos le estaban esperando con el mejor almuerzo que había visto: Galletas de vainilla, un pastel de chocolate y un delicioso helado de 7 diferentes sabores. 

Luis estaba muy contento. Más aún cuando su nueva  madre encendió el televisor y dos consolas de vídeo juego, finalmente su padre le pasó un computador portátil. Por supuesto, siguió asistiendo a la escuela en Urano, pero allí solo había que jugar, saltar y comer dulces. Luis no tenía prisa por volver a la tierra.

Todos los días cuando Luis volvía del colegio, su madre encendía el televisor y las dos consolas de videojuegos, luego se dirigía a la cocina a hacer diferentes dulces y pasteles mientras su padre le pasaba el computador. Por más que Luis se portara mal, fuera maleducado o subiera los pies sucios encima del sillón no recibía ni la más mínima queja de sus padres robóticos.

Con el tiempo, ya todos habían olvidado como sumar, restar y leer, pero aun así fueron premiados, Luis decidió dejar de ir al colegio. Un día, entró en casa escoltado por un policía robot, pensó que lo castigarían pero nada de eso sucedió, todo lo contrario fue recompensado con una porción de papas fritas extra.

Cuando la habitación estaba desordenada, lo que ocurría muy a menudo, sólo tenía que apretar un botón para iniciar el protocolo de ‘’limpieza’’. Inmediatamente aparecían sus padres en la habitación diciendo:

 -Bueno mi amor, ve a ver la tele mientras nosotros ordenamos tu habitación.

Una vez, Luis llegó a la media noche a su casa  porque se quedó en casa de un amigo jugando videojuegos. Al verlo entrar su madre robot le ofreció ver la tele y jugar videojuegos.

Luis frunció el ceño, ¿Así que ni siquiera se preocuparon por mí? Sus verdaderos padres habían tenido una gran discusión con él y le habrían obligado a prometer que no lo volvería a hacer.

Jacob comenzó a ver las fallas en el mundo perfecto que había creado para los niños,  ¿por qué las cosas iban tan mal? ¿Por qué los niños no se sentían felices? ¿Por qué estaban enfermos? La comida no les hacía bien a los pequeños terrícolas. Se habían vuelto muy pálidos, sin músculos, y todos sus dientes se estaban poniendo negros.

Jacob nuevamente decidió revisar la máquina que analizaba los sueños de los niños, pero estos sueños habían cambiado: Ahora querían vegetales, carne, calcio y proteínas. Querían acostarse temprano y cepillarse los dientes después de comer. Poco a poco, todos los niños que habitaban allí comenzaron con dolores de barriga… Luego vinieron los lloros y los ‘’quiero irme a casa’’.
 
Jacob abrió su nave espacial y fue recogiendo uno a uno a todos los niños.  Al pisar el suelo, los niños saltaron a los brazos de sus verdaderas madres y padres, las caricias que en nada se parecían a las frías manos robóticas, y todos los niños comenzaron a pedirles reglas a sus padres y se comenzaron a comportar mejor.

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